El diseño, según la RAE, se define como la concepción original de un objeto u obra destinados a la producción de una serie. Cuando hablamos de diseñar, el concepto de originalidad se convierte en pieza clave del proceso ya que se refiere a la capacidad de innovar. Mientras nosotros consideramos que la originalidad se refiere a crear algo de la nada, de ideas completamente tuyas. Esto nos lleva a considerar que crear series y variaciones modificando un elemento sea una falta de respeto si no es el autor intelectual quien lo hace.  Por ejemplo, Ricardo Arjona ha sido criticado un sinnúmero de veces con la justificación de que sus canciones son una mezcla de frases de otros artistas modificando su ritmo y melodía. Así mismo, se critican a los artistas que toman personalidades de otros para su formación o las modificaciones que se pueden a hacer a una obra de Van Gogh. Esto nos hace cuestionar sobre el término originalidad planteándonos esta modalidad como parte del proceso de diseñar; partiendo de la idea de que vivimos en un mundo en el que todo esta creado. Entonces no queda más que pensar: “En un mundo en el que todo está hecho, la creatividad es imprescindible.” Por esto, considero que durante el proceso de diseñar toda técnica es válida siempre y cuando se reconozca la labor de quienes nos inspiran a modificar hasta crear una obra que nos defina. Recordando también que, en un mundo paralelo, dos personas podrían tener dos ideas distintas generando las mismas conclusiones. Estos cambios que, debido al tiempo, la moda o las necesidades a las que nos enfrentemos generan una serie de variaciones producto de retazos de ideas que se unen para resolver los mismos.